sábado, 29 de junio de 2013

Una Constante Vigilancia

El ser humano necesita creer en la existencia de cosas o seres sobrehumanos, algo que les haga pensar que no están solos en un universo infinito. 
La existencia de un Dios todopoderoso y omnipresente ha creado personas con miedo a realizar los actos de pecado que prohíbe los textos sagrados de su religión.
Una sociedad de religiosos (en este caso me centraré en los cristianos) en el que encuentro su similitud en la obra de 1984 de George Orwell, en el que el miedo a ser en todo momento observado les lleva a comportarse adecuadamente temiendo el castigo de sus superiores. En este caso el Gran Hermano, en el que los ciudadanos no conocen los castigos de la desobediencia pero sí conocen que aquellos que no obedecen desaparecen para siempre: en el caso de los religiosos el castigo de Dios al no dejarles entrar en el cielo.
Otra de las similitudes la encuentro en Vigilar y Castigar de Michael Foucault, en el que la sociedad que es encarcelada convive en un diseño carcelario que el autor Jeremy Bentham llama el panóptico, recogiendo las metáforas de Foucault. Las personas al creer que pueden estar siendo vigiladas en cualquier momento son llevadas a la autoeducación. Un diseño en el que pueden vigilar y observar a las personas pero ellos no pueden ser vistos. Una vigilancia invisible, y un miedo a la anti-ley.
Una sociedad que cree estar en constante vigilancia son llevadas a comportarse de una manera ética en su cultura y conforme a la ley de su país. La actual abrumadora existencia de cámaras de vigilancia en cualquier parte de nuestras calles es un ejemplo de ello. Si sabemos que una cámara nos está vigilando, es mejor que no hagamos algo que vaya contra de la legislación.
El panóptico y 1984 conforma sociedades vigiladas por cámaras que conducen a una mejora de las conductas por miedo a ser descubiertos y castigados. Pero si aplicamos el concepto de "cámara de vigilancia" con la idea de un Dios omnipresente que nos vigila para cualquier creyente, tenemos un miedo hacia no sólo un castigo por parte del Estado, sino un castigo divino: la peor de las penitencias. Con esta relación tenemos que la religión daría orden a una sociedad, un sentido del orden que fue construido con la creación de la Biblia y la Iglesia y que se encuentra como naturaleza inherente a las sociedades: en constantes transformaciones.
En resumen, la relación de ambos ejemplos con respecto a la religión cristiana conduce a la conclusión de que una sociedad bajo fuertes valores divinos tiende a un mejor comportamiento, si entendemos que esa conducta está basada en la ética y moral del fiel cristiano que se ha criado bajo el manto de los valores divinos, y le añadimos lo que entiende cada ser humano en función de su cultura. A modo de conclusión, se trata de unas normas basadas en el bien y el mal vistas bajo el prisma del Vaticano y sus textos y la mirada supervisora y castigadora de un Dios omnipresente que ordenaría y equilibraría la vida social.
Y si no, eso es lo que debieron pensar en su día los creadores de la Biblia.

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