Las personas fabricamos productos para luego venderlos, ese deseo de vender cuanto más posible y ganar cuanto más dinero mejor es
innato en nosotros. Ese afán por conseguir más que los demás, por vivir más que
en una cómoda economía y por tener aspiraciones cada vez más complejas para
olvidar que algún día pereceremos es lo normal en los humanos, exceptuando alguno.
Si esto no lo alcanzamos sentimos ese incómodo
sentimiento que es la decepción.
Los empresarios necesitan tácticas para
lograr que su producto guste a la gente y se venda, que las ganancias supere a
las pérdidas en gran medida.
Muchos grandes empresarios textiles utilizan niños
y sobretodo niñas y mujeres asiáticas que trabajan de entre 8 a 12 horas
todos los días sin que puedan parar, para cobrar de 4 a 8 euros al mes.
Los niños y niñas no tienen ninguna oportunidad de reivindicar sus derechos o unirse
a sindicatos porque serán despedidos y este sueldo aunque sea mísero, para
ellos es esencial en su día a día. El hecho de gastar tan poco en la mano de
obra y fijar el precio de mercado de las grandes marcas textiles en tan elevadas cifras sólo por ser una marca popular y sólo porque gente famosa las viste, hace que
los dueños de las empresas se hagan millonarios.
Mientras sucede esto en el
mundo oriental, en occidente éstas empresas hacen contratos publicitarios
millonarios como la marca Adidas, que gasta 1,5 millones de euros al año para
que Zinedine Zidane vista su ropa.
Por ejemplo, si Lady Gaga, para que os hagáis una idea, que tiene casi 31 millones de seguidores en Twitter, decide colgar una foto suya con un chándal de la marca Alcampo, sus ventas probablemente se triplicarían, y eso tan sólo en un día.
Es triste saber que una marca textil (que son las que conocemos con seguridad suelen hacer estas atrocidades) gasta en mano de obra unas 200.000 veces menos que lo que gasta en publicidad.
Muchos de esos famosos que firman los contratos publicitarios estando al tanto de esta situación (obviamente porque es algo muy conocido a escala mundial) siguen realizándolo al ver el enorme crecimiento de sus riquezas y limpian su conciencia haciendo "oídos sordos". O la típica mentalidad por excelencia: "Si no lo hago yo lo harán otros"
Muchos de esos famosos que firman los contratos publicitarios estando al tanto de esta situación (obviamente porque es algo muy conocido a escala mundial) siguen realizándolo al ver el enorme crecimiento de sus riquezas y limpian su conciencia haciendo "oídos sordos". O la típica mentalidad por excelencia: "Si no lo hago yo lo harán otros"
Resumiendo, es sólo eso, avaricia.
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